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ADIOS A JUAN IGNACIO LORENTE

ADIOS A JUAN IGNACIO LORENTE Publicado: 26-03-2022
ADIOS A JUAN IGNACIO LORENTE

Juan Ignacio Lorente, uno de los nombres más emblemáticos de la historia del montañismo vasco, murió en Gasteiz el 20 de marzo a los 82 años de edad.
Había nacido el 10 de diciembre de 1939 en la capital alavesa, en la que residió toda su vida. Profesionalmente fue médico, especialista en oftalmología, de reconocido prestigio, además de cuidar de los ojos de todos sus amigos y muchos montañeros.
Desde su juventud enfocó su dedicación a la montaña y al esquí, participando en diversos campeonatos en la modalidad de fondo. Pero fue el alpinismo la actividad central de su trayectoria deportiva.
Comenzó a escalar en Etxauri y Atxarte, para pronto orientar el rumbo de sus ascensiones hacia Picos de Europa, Pirineos y Alpes. Compartiendo experiencias con los integrantes de una generación excepcional, encabezó la primera expedición vasca a los Andes en 1967, en la que lograron escalar tres cimas vírgenes en la Cordillera Blanca de Perú.
La experiencia animó al grupo a marcarse un objetivo que en aquel tiempo parecía inalcanzable: intentar el ascenso al Everest. Tras superar no pocos problemas oficiales, en 1974 partió hacia Nepal la histórica expedición Tximist, con Lorente como líder y médico, y con el ánimo de llegar hasta la cima más alta del mundo.
El audaz intento estuvo a punto de convertirse en una realidad, cuando la fuerza del viento les hizo retirarse a sólo cuatrocientos metros bajo la cumbre. La desilusión sirvió de aliciente para volverlo a intentar. Así, en 1980 y también esta vez con Juan Ignacio como jefe, una nueva expedición acampaba en el glaciar de Khumbu. Y esta vez sí, la fuerza y la decisión de Martín Zabaleta pusieron el remate a los esfuerzos de todo el grupo. En un inolvidable 14 de mayo, con la ikurriña ondeando en el punto más alto del mundo, Lorente y los miembros de su generación ponían el remate a su extraordinaria trayectoria deportiva y humana.
Precisamente aquella ikurriña, que quedó retratada en una fotografía histórica, fue donada en 2020 por Juan Ignacio a la Fundación EMMOA, al igual que una preciosa maqueta construida por él mismo del macizo del Everest, que había sido el escenario de las experiencias más profundas de su vida.

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